domingo, 23 de febrero de 2014

Árboles



Después de que partiste y no te ví más,
dí un paseo por la melancolía,
uno parecido a la niebla, todo extraño alrededor,
y conforme avanzaba desaparecía,
primero mis manos y brazos, la cabeza y
mis piernas se desvanecieron, 
lo único que quedó de mi fue el corazón abierto
que se hizo árbol hueco, corteza.

Después caminaron por mis oídos
cientos de personas, con pasos pesados,
cada uno me hacía un comentario,
pero yo los desprecié a todos.
 
Un árbol muy alto que desprendía
un olor anegando el valle, me dijo:

Yo he estado aquí antes y después,
también aquellas cosas que observas,
calles por donde han pasado los muertos,
vasos en los que han bebido y ahora tú,
y alguien más que los venere como antes tuyos.

La bombilla, la calabaza del mate,
una guitarra roja que dejaste y
una más que te escuchaba triste, irasible
y confundido. Un libro electrónico
del que no despegabas la vista.
Unos libros que seguirán platicando
con quien desee escuchar.
 Y ¿qué es lo que te confunde?...

No supe contestarle, pero no desprecié sus palabras.
Las guardé junto a aquellas otras que me arañaban,
Entonces, sentí un poco de paz y pude dormir.

No hay comentarios: