domingo, 23 de febrero de 2014

Primer silencio

Todo comenzó con una imagen constante y un sonido que le acompañaba y tu respiración y la muerte y yo, todos reunidos. También había un montón de palabras, pero yo no las había visto, estaban por todas partes, en las paredes y ventanas, sobre el sofá y la camilla, en la sangre seca del tubo que colgaba de tu nariz, en mi ropa y en las sábanas que te cubrían. Esperaban.

Una enfermera ingresó en la habitación, me pidió que saliera y más personas entraron. Esperé afuera. después la misma mujer me pidió que pasara y me dijo que habías muerto, que me dejaba para que pudiera despedirme de ti. Pero ya no estabas ahí, te habías ido. Besé tu cuerpo y tomé tu mano, no lloré. La muerte también había partido, me imagino que contigo, solo se quedaron esas palabras y yo. Se aferraron a mi...


Regreso a casa del trabajo; enciendo mi máquina y coloco mis dedos sobre el teclado -¿cuáles eran aquellas palabras que quería escribir?-, -¡qué fastidio me siento muy casado! con grandes esfuerzos y como puntos de luz logro recordar frases como: "ese tipo de personas", "el saber que morirán como todos nosotros lo haremos me permite convivir con ellos de igual a igual", luego me pierdo en pensamientos como "¿es el único tipo de vida que es posible para nosotros?", "Ah, si tan solo pudiera hacerme de un negocio" y al desviar mi pensamiento por causa de mi cansancio, pierdo aquellos destellos iniciales que me agradan y reconfortan. Me concentro nuevamente y me pregunto, tratando de volver a aquel primer pensamiento cuando aún se disponía mi ser a callar para escuchar, estar en cautela permitiendo a aquel cúmulo de sensaciones volverse palabra escrita, un sentimiento profundo, algo que contiene esto que se anuda aquí adentro y que quiere decir alguna cosa importante.

Y todo vuelve a aquel primer silencio.

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